El buen tiempo se acerca, y con él vuelven las ganas de disfrutar de nuevo de la piscina, tanto para paliar el calor como para hacer deporte o simplemente disfrutar de unos momentos de descanso.
Sin embargo, la
preparación de ésta no se limita sólo a vaciar el agua que ha contenido
durante la época de frío, sino que requiere unos tratamientos específicos para garantizar la salubridad del agua.
Comprobar que la construcción no está deteriorada y que los
instrumentos de depuración funcionan correctamente son sólo algunas de
las precauciones que hemos de tener en cuenta. Tampoco olvidaremos el
tratamiento químico, del cual dependerá la ausencia de microorganismos y
bacterias perjudiciales para la salud.
La limpieza, el primer paso
La escasez de agua es
un problema de todos que hemos de tener muy presente, por eso
mantendremos el agua durante el invierno.
Tras las reparaciones oportunas, es necesario efectuar una limpieza a fondo, ya que tras muchos meses sin utilizarla, la suciedad se habrá acumulado en las paredes. Con cepillos diferentes según el material de la piscina se aplicarán ácidos, que dependerán del tipo de piscina (de obra, de poliéster ,etc). Es importante recordar que nunca se usarán jabones:
"producen efectos reactivos con el cloro y otros productos químicos y,
además, sale espuma, aunque lo aclaremos muy bien".
Antes de llenarla es muy importante revisar el estado de la depuradora, que sirve para limpiar el agua, la bomba y los filtros,
que la purifican y permiten su circulación, y el skimmer, cuya entrada,
en forma de pequeñas ventanas encontramos en las paredes de la piscina,
que aspira las impurezas de la superficie y las deposita en un
cestillo.
Tareas tras llenar la piscina
Cuando hemos realizado todas las revisiones anteriores, es la hora de llenarla, hasta la mitad del skimmer. El nivel de ph
debe situarse 7.2 y 7.6; se mide con comprobadores y si no se encuentra
entre este abanico, añadiremos reactivos específicos que nos
proporcionará un profesional. Mantener unos niveles adecuados es
imprescindible para evitar problemas como el escozor de ojos o picores.
También se requiere una cloración de choque, que consiste en
"realizar una supercloración para matar las cloraminas -compuesto
desinfectante- y bacterias que pueden proceder de la red de agua y, en
otras ocasiones, debe hacerse si no se utilizan los productos
adecuados". Este proceso a veces es también necesario durante la
temporada estival.
Conviene añadir al comienzo de la temporada de baño productos antialgas.
Sirven para prevenir la presencia de estos organismos vegetales en la
piscina. Son peligrosos ya que, además de un aspecto verdoso del
líquido, son un foco importante de hogos y bacterias. Una vez que han
aparecido algas es más complicado eliminarlas, aunque se logra
"corrigiendo el ph y con un tratamiento con cloro con efectos de
arranque", explica Isabel Peco, "aunque a veces las algas no son por el
ph ni por el cloro, sino por el equilibrio del agua, y, en este caso, es
imprescindible consultar a un profesional".
El imprescindible mantenimiento diario
Una
vez que tenemos preparada la piscina, está lista para largos baños. Sin
embargo, no se pueden olvidar los cuidados durante el verano. La limpieza de la superficie se lleva a cabo con un recogehojas,
muy útil para retirar deshechos vegetales o insectos. Asimismo, hemos
de retirar los residuos del cesto del skimmer y limpiar los filtros, ya
que una acumulación excesiva causará problemas, entre ellos el atasco de
la cesta de la bomba.
La limpieza del fondo es también importante; esta tarea será muy sencilla si disponemos de un robot. De lo contrario, es posible realizarlo de forma manual con un aspirador especial. En cualquier caso, disminuiremos los residuos si por la noche tapamos el vaso con una cubierta, muy sencilla de instalar.
La
recogida de residuos no es suficiente para mantener en perfectas
condiciones el agua, sino que es imprescindible el tratamiento químico
con cloro. Este producto desinfectante se añade regularmente al
líquido, granulado o en pastillas. La frecuencia con la que se utiliza
depende de factores como el entorno, el tamaño de la piscina o el número
de personas que se bañan en ella. La cantidad apropiada para una
piscina estándar (100 m3) es de cuatro kilos al mes, aunque siempre es
mejor consultar previamente con un profesional.
Durante la temporada de baño tal vez sea necesario añadir floculante,
utilizado para "eliminar la materia orgánica, que se apelmaza y se
recoge en el filtro". En ocasiones conviene
agregar también antiespumantes, ya que, aunque no se hayan
utilizado jabones en la limpieza, tal vez haya una excesiva
concentración de alguicida o simplemente residuos de cremas solares, por
ejemplo.
La importancia de utilizar los productos adecuados en el mantenimiento de la piscina es fundamental para prevenir su deterioro prematuro y problemas de salud
por el efecto de bacterias y hongos. Además, utilizar los indicados en
cada caso, es esencial incluso a nivel económico: un artículo barato
pero inapropiado a la larga resultará más costoso, ya que después de
aplicar éste, será necesario aplicar otros muchos para paliar los
efectos negativos que se han producido.